En el campo, donde ahora paso más tiempo, alguna que otra polilla se cuela por alguna puerta o ventana cuando menos lo esperas. Y al momento, si la tocas, se queda un polvo de pigmentos formado por pequeñas escamas de quitina. De esa realidad animal y de su comparación con los seres humanos, en sus etapas de juventud y vejez, viene esta reflexión poética.